Publicado el lunes, 26 de mayo de 2008

Mariano Rajoy: el hombre solo

Estas últimas semanas se ha hablado por activa y por pasiva de la crisis interna del PP. Casi cada día, hay críticas, casi todas destructivas, a la gestión de Mariano Rajoy, a su capacidad de liderazgo y a su forma de organizar el partido. Lo penúltimo fueron las manifestaciones en las sedes del PP (¿dónde se han visto que los militantes de un partido se manifiesten contra su propio líder, por elegido a dedo que haya sido?). Y lo último el artículo de marras de Javier Elorriaga (que no pienso citar, ni reproducir, ni enlazar, ni leer siquiera).

¿Sabéis lo que a mí me viene constantemente a la cabeza? No las implicaciones políticas que pueda tener que el PP se decante por la línea dura (que se supone que representan Esperanza Aguirre, María San Gil...curioso tantas mujeres) o por la línea ¿blanda? (si Rajoy es "blando", no quiero ni pensar en los demás...), por interesantes y más o menos decisivas que puedan ser. No el debate ideológico. Ni siquiera la lucha personal (creo que, simplemente, es una lucha de personas, no de ideas). Ni aun lo interesante que resulta ver que en política lo más complicado, como se ha dicho, es administrar la derrota.

Lo que a mí sinceramente me viene a la cabeza es la situación de Mariano Rajoy. Su situación personal, quiero decir. ¿Cómo se encontrará? ¿En qué pensaría cuando llegó a su lugar de trabajo (la sede del PP) y se vio a esas personas, que teóricamente son de los suyos, increpándole, insultándole? Claro, quizá se pueda pensar que está recibiendo un poco de su propia medicina y quizá no le esté mal empleado. Pero, honestamente, es una situación que no le deseo ni a él.

Dan ganas de decir: "Joder, ¿no os gusta cómo lo hago? ¿Pensáis que podríais hacerlo mejor? Pues, coño, dad un paso al frente, levantad un dedito y decid 'yo sé hacerlo mejor' Y, si no, hostia, callaos y votad en el puto congreso de los huevos en Valencia". Pero esa forma de ir minando la moral, ese goteo de deserciones, de críticas, de comentarios crueles, dichos, además, sin decir, como quien no quiere la cosa, para que no pueda molestar. ¿Qué pasará por la cabeza de Mariano Rajoy? ¿Se irá a dormir llorando por las noches? ¿Qué le dirá a su mujer? ¿Qué les explicará a sus hijos?

No sé, básicamente, pienso en Mariano Rajoy el hombre solo. A mí me lo parece, sin duda.