Publicado el martes, 27 de mayo de 2008

¿Somos racistas?

"No sé si llevar a mi hijo a un colegio público. Es que está lleno de inmigrantes y, ya se sabe, ellos no quieren estudiar, sólo hacer pandilla y ser unos matones". Está claro que la mayor parte de nosotros rechaza estas afirmaciones tan burdas, tan groseras, que se nos antojan incomprensibles y que nos repugnan. Sin embargo, ese sentimiento está mucho más enquistado en nuestra ¿conciencia? de lo que nos gustaría aceptar.

Hace una temporada que estoy medio enganchada a las tertulias radiofónicas (estoy intentando dejarlo, lo prometo, pero es que...) y tod@s coinciden en decir "España no es racista". No sé dónde viven, ni con quién se relacionan ni hablan, pero yo os aseguro que, en los últimos dos años, he oído afirmaciones del estilo de la que abre este mail casi de forma cotidiana. A gente que me rodea, personas aparentemente normales, más o menos formadas (vale, vale, ya sé que es una tontería lo del título universitario), personas como yo, con trabajos como el mío, de mi edad, que casi podrían ser yo. Francamente, de ahí a "Vienen a robarnos el trabajo y a violar a nuestras mujeres" hay un paso. ¿No os parece?

...................

Este post empecé a escribirlo ayer. Hoy precisamente he ido al cine a ver "It's a free world...", la última película de Ken Loach. Y trata precisamente de lo que intentaba explicaros ayer.



La cuestión es que somos tan ridículamente presuntuosos, tenemos una memoria tan corta y nos creemos tan absurdamente superiores a los que vienen de fuera que pensamos que podemos abusar de ellos y, lo que es más grave, resumimos nuestra relación con ellos a dos posibilidades:
- Son malos, no les entiendo, que se alejen de mí. (Viene a ser lo de "robarnos el trabajo y violar a nuestras mujeres")
- Les voy a dar un trabajo de mierda, pero lo hago por ellos, por hacerles un favor, porque sé que les hace falta. Y, claro, les pago menos... porque... porque... vamos, que yo soy buena persona, pero, claro, la seguridad social es muy cara y... y... al final... ellos... vamos, que les hace falta y yo les hago un favor y soy una persona excelente.

La cuestión es que somos unos malditos hipócritas, presuntuosos, nuevos ricos y eurocéntricos (no sé cómo decirlo: occidenteurocéntricos). Unos abusadores en potencia. Un pobre desesperado es capaz de machacar y exprimir sin problemas a otro que sea más pobre y más desesperado que él. Así de claro. Y, sobre todo, así de espeluznante. Os prometo que lo que me ha puesto la carne de gallina no ha sido la película, sino el hecho de haber reconocido en ella la maldita realidad. Una realidad que se parece mucho a lo que me contaba una compañera de trabajo hoy y que quizá os cuente un día si ella me da permiso. Y que da miedo y asco. A mí, desde luego, me repugna.

1 Comments:

Blogger david dijo...

Ayer vi en la TV3 a un nosequién de "La Caixa" hablando de los inmigrantes. Por lo visto hacen estudios para venderles la moto (y la hipoteca). Y venía a decir que el tema de la integración pasa por tener dinero, que conforme los inmigrantes iban juntando unos ahorrillos, empezaban a mutar y a adoptar nuestros habitos de conducta, a hacerse socio del Barça, y a visitar los sanfermines. "Así que tampoco deberíamos tenerles tanto miedo", venía a decir el "experto".

Yo tampoco es que sea racista, pero es que la gente que tiene dinero (y yo mismo de vez en cuando lo tengo) cada vez me resulta más repugnante.

2 de junio de 2008, 0:38  

Publicar un comentario

<< Home